Vuelve el cambio de hora, una medida que afecta a una gran parte de la población y no precisamente para bien. Los días se hacen más cortos, anochece antes da la sensación de que empieza el crudo invierno.
Una situación que también perjudica a la conducción, con más horas acumuladas de oscuridad frente al volante y el consiguiente riesgo en las carreteras.
Si le añadimos a la ecuación los peatones, los patinetes y bicicletas e, incluso a los animales nocturnos, la lógica nos avisa de que debemos extremar las precauciones para evitar percances y sustos de tráfico.
Y es que los datos no engañan. El 70% de las muertes por atropello se producen por la noche y el 90% de ellas en vías con escasa iluminación. En estas circunstancias el conductor no ve al peatón hasta que este se encuentra a unos 10 metros de distancia, lo que hace casi imposible evitar el atropello.
Con el fin de minimizar las tragedias, es importante reducir la velocidad y, si es posible, evitar las vías con escasa iluminación. Obviamente, con lluvia fuerte o niebla, es preferible también no coger el coche. Y mantener en buen estado frenos y neumáticos del vehículo.
En el caso de bicicletas y patinetes hay que asegurarse de ser visto. Luces blancas delanteras y rojas traseras, son un imprescindible. Así como el caso, que puede salvarte la vida en caso de colisión. Y no olvidar estar equipados de catadióptricos.
También es fundamental evitar los ángulos muertos o puntos ciegos, aquellos lugares donde el resto de vehículos no tiene visibilidad. Esta medida es especialmente importante cuando hay furgonetas grandes, camiones o autobuses. Sus puntos ciegos suelen estar en los laterales, sobre todo delante y al final del vehículo, así como en la parte de detrás.
Tengamos precaución y paciencia, para que la primavera nos traiga de nuevo el cambio de hora.