Una de las peores cosas que nos pueden pasar en una carretera es tener que detenernos en ella. Es una situación de riesgo y los datos lo demuestran. El año pasado 117 personas murieron a causa de atropellos producidos en vías interurbanas.
En caso de que tengamos que parar nuestro vehículo, lo que principalmente ocurrirá a causa de un pinchazo o una avería, lo primero que debemos hacer es buscar un sitio fuera de la calzada y señalizar nuestra posición con las luces de emergencia (y de cruce si es de noche). El problema es que, según la Ley de Murphy, es posible que no lo encontremos.
Si no nos queda más remedio que detenernos en el arcén, es conveniente evitar tanto los cambios de rasante, como las curvas y los túneles. Los tres son sitios donde el resto de conductores pueden vernos demasiado tarde.
Antes incluso de salir del vehículo, si es posible, debemos ponernos el chaleco reflectante (recuerda que es obligatorio llevarlo en el coche) y los triángulos de preseñalización de peligro. En carreteras de doble sentido hay que ponerlo a 50 metros por delante, y por detrás. En todo caso, el resto de conductores deben poder verlos a 100 metros de distancia.
Según un estudio del RACE, en las carreteras españolas mueren atropellados una media del 36% de los conductores que intentan reparar el vehículo o cambiar una rueda. Al subir o bajar del vehículo, los fallecidos son más de un 22%. Por ello, la Dirección General de Tráfico recomienda avisar al servicio de asistencia en carretera de nuestro seguro.
Por supuesto, ni debemos pisar ni un centímetro de la calzada ni permanecer dentro del vehículo. Todos los ocupantes deben buscar un sitio seguro, que casi siempre será detrás de los quitamiedos. Sólo siguiendo estas recomendaciones podremos prevenir lo que puede convertirse en un drama.