Ya sabíamos que las distracciones al volante, como utilizar el teléfono móvil, suponen un aumento en el riesgo de sufrir un accidente. Pero ahora, un estudio del Instituto de Transporte de Virginia Tech (EE.UU.) ha identificado que conducir enfadado multiplica por diez el riesgo de una colisión. Por su parte, superar el límite de velocidad eleva aproximadamente trece veces el peligro de sufrir un incidente.
Aunque el estudio se ha llevado a cabo en Estados Unidos, con datos recogidos de más de 1.600 incidentes, los datos son extrapolables a otros países, como el nuestro. Y es que, parece que el mal humor, se produzca donde se produzca, no ayuda a tener las ideas claras delante del volante.
Ya sabíamos que los enojos producen una serie de consecuencias negativas para la salud: dolores de cabeza, contracciones musculares, gastritis, aumento de la presión arterial e, incluso, un aumento en el riesgo de padecer un ataque cerebral. A todos estos inconvenientes se les suma el peligro en la carretera.
Llorar, estar triste o con agitación emocional también provocan el mismo efecto que estar enfadado. Curiosamente, también se ha comprobado que interactuar con un niño que va en el asiento trasero puede tener un efecto protector. Quizás, la responsabilidad hace que se nos disparen las alertas.
Otras conductas que también podríamos calificar de riesgo, como aplicarse maquillaje durante la conducción o pegarse al vehículo que va delante han demostrado, siempre según este estudio, que no tienen consecuencias directas en los accidentes (analizados).
Lo cierto que la nueva hornada de vehículos que aparecen en el mercado vienen equipado con pantallas táctiles interactivas, ya sea para el uso del GPS, del equipo de música o de otros sistemas. La atención del conductor debe desviarse de la carretera para poder accionarlos y eso puede suponer que, como con los cabreos, aumenten los riesgos de accidente.