La Unión Europea ha aprobado una propuesta que endurecerá, a partir de 2025 los límites de las emisiones de dióxido de carbono tanto en automóviles como en furgonetas.
El segundo paso parece que será un recorte de un 40% de las emisiones contaminantes globales para 2030, que se implementarán de manera escalonada. Los vehículos comerciales también se verán afectados.
El objetivo de estas medidas en la reducción de las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero como medida de lucha contra el cambio climático. Otras medidas deseadas son la mejora de la calidad del aire que se respira en las ciudades y el ahorro de combustible, para favorecer el bolsillo de los consumidores.
Se pretende que los fabricantes garanticen que, a partir de 2030, el 35% de los coches y furgonetas que se vendan sean vehículos que consumen menos de 50 gramos de CO2 por cada kilómetro. O sea, los menos contaminantes.
También se ha hecho especial hincapié en la necesidad de que la industria europea mantenga el liderazgo en el avance tecnológico del motor, poniendo especialmente el foco en las tecnologías eléctricas. Si no se está alerta en este momento de transición, dice la Unión Europea, se puede perder esa posición de cabeza.
El desarrollo y la evolución que están teniendo las tecnologías de pilas de combustible prevé que en poco tiempo aumente de forma muy significativa la cuota de mercado tanto de los vehículos de baja emisión como de cero emisiones.
Todas estas medidas llegan en un momento en que se ha demonizado la tecnología diésel y las ventas de este tipo de vehículos han caído drásticamente. El temor a las restricciones en el acceso a las grandes ciudades y el presunto encarecimiento del gasoil, han llevado a muchos compradores a decidirse por los coches de gasolina o, si su bolsillo se lo permite, por los de tecnología híbrida.