El otoño es sinónimo de lluvia y también la transición natural hacia la nieve y, sobre todo, el hielo del crudo invierno. Obviamente el modo de conducción cambia y requiere especial atención porque la carretera se vuelve más peligrosa.
También cambian las circunstancias en las que nos arriesgamos a infringir el reglamento de tráfico y, por consiguiente, sufrir una multa. Estas son las principales que se nos ocurren:
Salpicar
Si pasamos sobre un charco y, según la velocidad a lo que lo hagamos, salpicamos, la broma puede salirte por hasta 600 euros. Obviamente tiene que ver la intencionalidad de la acción, o la interpretación que haga el agente. Lo cierto es que la normativa dice que a la hora de conducir no se debe molestar o perjudicar a los demás, ya sean conductores o viandantes.
Tampoco olvidemos que pasar por encima de una lámina de agua puede suponer una situación de riesgo que nos haga perder el control del vehículo.
No utilizar las luces correctas
Las condiciones de visibilidad en otoño, especialmente con lluvia, son de baja visibilidad. No llevar las luces correctas encendidas o tener alguna lámpara fundida pueden suponer una sangría de 200 euros para nuestro bolsillo.
Neumáticos o limpiaparabrisas en mal estado
Obviamente suponen una situación de riesgo. En el caso de los neumáticos no solo si están desgastados sino también en el caso en que la presión no sea la correcta. La multa a la que podemos enfrentarnos es de 200 euros, cantidad con la que podríamos haber comprado aproximadamente diez juegos de escobillas o, al menos, un neumático.
No mantener la distancia de seguridad
Precaución fundamental y, más si cabe, cuando la calzada está mojada, lo que puede provocar que recorramos más distancia de la deseada en el momento de frenar. La broma sale por cuatro puntos, a los que hay que sumar 200 euros.