El sol es un factor muy molesto a la hora de la conducción. Y muy especialmente en verano. El amanecer y el atardecer son los momentos en los que hay mayor riesgo de deslumbramiento y, en todo momento, podemos llegar a sentir fatiga visual. Lo mejor para prevenir estas situaciones es utilizar gafas de sol. Pero no vale cualquiera. Deben estar homologadas y, mejor todavía, contar con cristales polarizados que ofrecen una visión mucho más nítida, evitan los destellos y reducen aún más la fatiga visual.
Dependiendo de su filtro, existen cinco tipos de gafas de sol. Para la conducción en verano las más adecuadas son las de filtro solar 3, que absorben alrededor del 90 % de los rayos UV. En cuanto al color del cristal, los más recomendables son los de tonalidad, gris, marrón o azulada.
Es importante aclarar que las gafas de sol no se pueden utilizar por la noche ni en túneles largos, porque pueden hacernos perder la agudeza visual y provocar un accidente. A la salida de estos hay que prestar especial atención para no sufrir un deslumbramiento hasta que el ojo se adapte a la luminosidad exterior.
Cuando, al volante, sufres un deslumbramiento del sol, la mejor reacción es mantener la trayectoria de la marcha al tiempo que se reduce la velocidad. En todo momento debes evitar frenar de golpe porque corres el peligro de sufrir un alcance por detrás. Por otro lado, si tienes que conducir durante muchas horas con una luminosidad alta o con el sol de frente, es recomendable realizar paradas de manera regular con el fin de descansar la vista.
Otros consejos importantes son llevar el parabrisas del coche limpio, ya que la suciedad puede aumentar el riesgo de deslumbramiento, además de reducir el campo de visión y molestar considerablemente.