¿Eres de los que no se detienen en una gasolinera para repostar hasta que no se enciende la luz de aviso del depósito de gasolina de tu coche? ¿Apuras hasta el último momento antes de buscar una gasolinera? Si es así, estás cometiendo un grave error que, a la larga, afectará al rendimiento del motor de tu vehículo.
El peligro no está solamente en la posibilidad real de quedarte tirado en una carretera (hecho que, por otro lado, puede ser sancionado por las autoridades competentes) sino que puede contribuir de manera decisiva al deterioro del motor y la consiguiente inversión económica en una reparación que, de otra manera, no sería necesaria.
Pero, para convencerte de ello, lo mejor es explicarte cómo funciona el sistema de alimentación de combustible de un vehículo. Ya sea gasolina o gasoil, el carburante se aloja en un depósito del que se extrae por succión a través de una bomba eléctrica. En su viaje, pasa por las líneas de carburante y llega hasta los inyectores que lo introducen dentro de los cilindros.
La gasolina que pasa a través de la bomba cumple un cometido de refrigeración. Pero cuando hay poco combustible, la bomba tiene que trabajar más para poder absorber el carburante y, además, se forman burbujas de aire que impiden que esa refrigeración se haga de forma constante y adecuada, lo que puede dar lugar a una avería.
Y cambiar una bomba supone un buen pellizco, sobre todo en mano de obra, ya que requiere el desmontaje de varias partes del vehículo. Además, cuanto menos gasolina quede en el depósito, más probabilidades hay de que se succionen los sedimentos que, inevitablemente, se mezclan con el combustible y que pueden acabar por atascarla.
Por ello, lo mejor es acostumbrarse a repostar con más asiduidad de la que normalmente lo hacemos. Por otro lado, te recomendamos no pararte en las gasolineras en las que veáis al camión cisterna llenando los tanques, ya que esa acción remueve los sedimentos y hace que entren con más facilidad en el depósito de tu vehículo.