El transporte de mercancías no es una tarea fácil. Conlleva una logística enorme que tiene que contemplar muchas variantes: tipo de carga, ruta, posibles incidentes en carretera… El objetivo último es hacer la entrega en el horario acordado y en perfectas condiciones. Y esos condicionantes suponen una presión que pueden llevar a conductas no compatibles con la seguridad vial.
Afortunadamente contamos con el tacógrafo, un aparato que sirve para controlar los diferentes sucesos que ocurren en el trayecto. Este dispositivo, obligatorio en los vehículos de transporte, registra tanto la velocidad media como máxima del camión, los kilómetros que se han recorrido, las frenadas bruscas y los tiempos de espera, entre otras variables. Es fundamental también para controlar los tiempos de descanso del conductor (en general, el tiempo máximo de conducción ininterrumpida es de cuatro horas y media, y un máximo de nueve en total).
El buen funcionamiento del tacógrafo es prioritario, tanto para evitar las lecturas erróneas como para prevenir su manipulación. Por ello cada dos años se realizan controles. También es obligatorio comprobarlo en cada nueva instalación, cuando hay una reparación y cuando se modifica el número de vueltas de recorrido del vehículo, entre otros. La instalación debe realizarse en un taller autorizado y los tacógrafos deben estar siempre homologados.
Actualmente existen dos tipos de tacógrafos: analógicos y digitales. Los primeros utilizan un disco diagrama que se complementa con las hojas de registro. Los tacógrafos digitales son más cómodos de utilizar ya que el conductor posee una tarjeta en la que se graban los datos.
La manipulación del tacógrafo, su ausencia en el vehículo o la carencia de hojas de registro son faltas consideradas muy graves y que conllevan sanciones económicas que van desde los 2.001 hasta los seis mil euros. Por otro lado, faltas graves con multas entre los 401 y los dos mil euros son el inadecuado funcionamiento del tacógrafo o la carencia de datos registrados.